miércoles, 13 de julio de 2011

Fuego en este Invierno

Otro jueves. Tú, nuevamente, con ese traje poco a la moda y esos ojos que me escrutan, mientras el tiempo riguroso de esta época invernal como nunca nos ha mantenido en casa por más tiempo de lo acostumbrado.   Tu forma de hablar tan modulada, esas expresiones altisonantes que me desgastan la paciencia, y hablas tan suave que dudo  a veces de tu virilidad cuando a la vez me incitas a llamarte la atención de alguna forma.
Otro jueves tus manos sobre el teclado, otro jueves con Liszt, otra tarde solos, no entiendo porque mis padres se obstinan en que yo aprenda a tocar el piano. El sol   desciende a esta hora, las formas resaltan al encender la luz, una brisa viene por la esquina de la casa donde el aromo exacerba el aroma y me inquieta, una emoción acelera mi sangre y yo que no tengo interés mayor en tu música me arrimo a ti.  Te huelo y te sientas displicente,  me das la espalda y rozo tus hombros suavemente. Te sorprendes, te alzas un poco del asiento y me miras, te señalo el vuelo de unas gaviotas afuera que van a cobijarse o emigrarán a otro hemisferio. Y te quedas allí mirándome.
Ese olor que escapa de tu cuerpo exalta mi imaginación,  te miro esas manos grandes y perfectas pulcras que me abrazan, te constriño en mis pechos y te beso la boca, te muerdo y tú sonríes, mi respiración jadea y te busco con mis manos te recorro y mi boca desesperada te lame, mi boca te muerde desde tu pecho a tu estómago,  recorriendo tus caderas me aprieto a tu sexo,  abro tu cierre y mi lengua se desliza  entre tus muslos duros, musculosos, te rodeo los glúteos con mis brazos, tiemblo, y la punta  de mi lengua  repasa suavemente esa orilla sensible que te desespera y te siento un leve gemido, la miel  de tu sexo, y ese olor  me hace un animal que en celo se tiende en el suelo, para que tú lo cubras mientras me acaricias repasa mi boca tu néctar.