Ven, acércate, tanto tiempo sin saber de ti. No sabes cuánto he pensado en esos días juntos entre las rocas de esa playa, la brisa de los campos venía al mar, y cuando huelo la hierba y mi palma que acercaste para oler tu humor se me vienen tus ojos claros, te acuerdas, extendí mis brazos cuando bajaban sus pupilas a mis pechos y yo no dejaba que me tocaras, porque si lo hacías entre el ruido infernal de las olas yo me perdería en ese cuerpo tuyo de hombre insaciable. Te burlabas, te reías de mis pechos a medio cubrir, mis pezones erectos te llamaban, preocupada de las nubes amenazantes de lluvia yo temblaba y te reías, esas manos tuyas que tanto me gustan, grandes limpias y claras, tan suaves se acercaron a mi blusa y sentí con fuerza abalanzándote sobre mi cuerpo. Yo estaba húmeda, y el cierre de mi pantalón bajaba, yo sentía tus dedos en mis labios resbalando en mi vulva, y gemía mientras movía mi pelvis, el mar gritaba, estaba ebria de deseo, muchacho, bajaste suave por mis piernas, frotabas tu sexo ardorosamente en el desorden de mis ropas y una llamarada se enterró en el mar.
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